La violencia en TransMilenio refleja una crisis social más profunda en nuestras ciudades
El viernes 5 de diciembre, una nueva tragedia enlutó el sistema de transporte público de Bogotá. Un hombre perdió la vida tras ser atacado con arma blanca en la estación temporal de la Calle 34 con Avenida Caracas, en un episodio que expone las profundas heridas sociales que atraviesan nuestras comunidades urbanas.
Según testimonios recogidos por las autoridades, dos personas protagonizaron una riña que escaló hasta convertirse en homicidio. La víctima, gravemente herida, cayó desde la estación mientras su agresor huyó del lugar. Este hecho doloroso nos interpela sobre las condiciones de vida y las tensiones que enfrentan miles de bogotanos en su cotidianidad.
Un sistema bajo presión social
El incidente ocurre apenas un mes después de que los guardas de seguridad de TransMilenio fueran condecorados por el Concejo de Bogotá por su valentía al enfrentar situaciones de riesgo. Sin embargo, la realidad muestra que estos trabajadores continúan expuestos a agresiones constantes por parte de quienes evaden el pago del pasaje.
El concejal Juan David Quintero denunció recientemente otro episodio violento en el Portal 20 de Julio, donde varios jóvenes amenazaron con armas blancas a los vigilantes que les solicitaban pagar su pasaje. El video que circula en redes sociales muestra la vulnerabilidad de estos trabajadores, quienes con recursos limitados intentan mantener el orden en un sistema que transporta a más de 4 millones de usuarios.
Raíces profundas de un problema complejo
Las cifras revelan la magnitud del desafío: hasta septiembre se registraron cerca de 195 agresiones contra guardas de seguridad en diferentes portales del sistema. La evasión del pasaje alcanza el 14%, generando pérdidas superiores a los 121.000 millones de pesos en el primer semestre del año.
Estos números, sin embargo, apenas reflejan la superficie de una problemática más compleja. La violencia en el transporte público es síntoma de exclusión social, desempleo juvenil y falta de oportunidades para sectores vulnerables de nuestra población. Muchos de los agresores son menores de edad, lo que nos obliga a reflexionar sobre las condiciones que llevan a nuestros jóvenes a recurrir a la violencia.
Hacia soluciones integrales
La empresa TransMilenio ha rechazado estos actos de violencia y manifestado su disposición para colaborar con las autoridades. No obstante, la solución trasciende el ámbito empresarial y requiere un enfoque integral que aborde las causas estructurales del problema.
Es necesario fortalecer los programas sociales dirigidos a jóvenes en situación de vulnerabilidad, mejorar las condiciones laborales de los trabajadores del sistema y generar espacios de diálogo comunitario que permitan construir alternativas pacíficas a los conflictos.
La paz que tanto anhelamos en nuestros territorios debe comenzar por garantizar la convivencia en los espacios públicos donde transcurre la vida cotidiana de millones de colombianos. Solo así podremos honrar la memoria de quienes han perdido la vida en estos episodios y construir un futuro más digno para todas nuestras comunidades.